- Proclamación enérgica, en palabras y hechos, en nuestro país y fuera de él, de Jesús como Salvador, bautizador en el Espíritu Santo, sanador, y nuestro Rey que pronto viene.
- Inversión estratégica en la próxima generación.
- Establecimiento vigoroso de nuevas iglesias.
- Hábil provisión de recursos para equipar a los creyentes.
- Oración ferviente que determinará el destino de las iglesias.