- Nuestra vida, de ningún modo, nos pertenece.
- Pase lo que pase, todos tenemos que morir algún día, a menos que el Señor venga antes.
- Es lógico que si el Señor Jesucristo murió por nosotros, lo menos que nosotros podríamos hacer es morir por él.
- Es un crimen cuidar nuestra vida cuando por medio de su abandono sin riesgo podemos traer bienaventuranza eterna a nuestros semejantes.
A todos no se les pide que den su vida como mártires. Pero cada uno de nosotros puede tener espíritu de mártir, el celo de un mártir, la devoción de un mártir.